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José Rodríguez Losada, el creador del reloj de la Puerta del Sol de Madrid


   Hace 222 años, el 8 de Mayo de 1797 para ser más exactos, nacía José Rodríguez Losada, en la aldea leonesa de Iruela, localidad perteneciente por aquel enton­ces a la jurisdicción de Losada. Su verdadero nombre era José Rodríguez Conejero, pero según la costumbre de la época de los emi­grados, cambió su segundo apellido por el de su pueblo natal. En este caso, eligió el de Losada. Y con ese nombre sería conocido por toda Europa.

   Según algunos historiadores, cuidaba de chico a las vacas de su familia pero un anochecer de 1814, José regresó a su casa habiendo perdido una ternera. Su padre le dijo que si volvía sin ella lo mataría a palos. Buscó al animal y lo encontró muer­to, devorado por los lobos. Asustado por la paliza mortal que le esperaba, decidió huir. Tomó la decisión de no volver a la casa pa­terna. Al amanecer del día siguiente, lo re­cogió un arriero que iba a Extremadura y decidió viajar con él. Hoy es conocido por ser el creador del reloj de la Puerta del Sol, inaugurado en 1866.




   Los primeros documentos oficiales que se han encontrado del relojero de la Puerta del Sol relatan que vivía en Madrid al ser Oficial del Ejército Español durante el periodo del Trienio Liberal, ascendido por su actuación en la Guerra de la Independencia.

   Premiado con la condecoración de Caballero de la Orden de Carlos III, en 1828 se refugió en Francia al ser perseguido en España por sus ideas liberales. Posteriormente, en 1835, se trasladó a Londres y se instaló en la calle de Regents Street, donde vivían los políticos españoles que huían de la represión instaurada por Fernando VII.

   En Londres, comenzó a trabajar como mozo de limpieza en una relojería donde aprendió el oficio de relojero. Tras heredar el negocio de su jefe, John Hamilton que falleció en el invierno de 1835, José se casó en agosto de 1838 con su viuda, Anna Sinclair Hamilton. Ella era diez años mayor que él, lo que no supuso ningún obstáculo para que tuvieran un dichoso ma­trimonio. Poco después comenzó a ser conocido a nivel internacional, y comenzó a exportar relojes a España e Iberoamérica y abrió sucursales en Europa, América Latina y Filipinas.



   Además, seis años antes de que se inaugurara el reloj del Big Ben, su diseñador, Edwar John Dent, falleció y los ingenieros británicos le pidieron a Rodríguez Losada que ayudara para terminar la obra, inaugurada en 1859.

   En 1860 visitó España por motivos pro­fesionales. Durante su estancia en Madrid se alojó en un hotel en la Puerta del Sol y observó lo mal que funcionaba el reloj que había instalado en la Casa de Correos (en ese momento sede del Ministerio de Gober­nación), procedente de la antigua iglesia del Buen Suceso. Dicho reloj era una anti­gualla y atrasaba, e incluso era raro que las manecillas de las cuatro esferas concorda­sen, pues no era extraño que alguna mar­case una hora diferente a las demás. José, picado en su amor propio, decidió cons­truir un moderno reloj y donarlo al pue­blo de Madrid.



   Aquel reloj, el de la Puerta del Sol, se­ría su obra cumbre. Se inauguró en noviem­bre de 1866 con motivo del cumpleaños de Isabel II.


   Losada regresó tres veces más a España. Siempre mantuvo la residencia en Londres junto a sus tiendas y laboratorios de relojería. Rodríguez Losada falleció, el 6 de marzo de 1870, en Londres dejando una inmensa fortuna que heredaron sus hermanas, un sobrino, así como su médico y sus sirvientes.



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